martes, 22 de agosto de 2017

NI LOCA... NI SANTA


Ni loca ni santa… solo mujer… ¡Sí!... mujer que un día amó y se entregó de tal manera que su vida la dejó pegada a ese amor que un día fue la luz de sus pupilas… y dejó pasar los días con sus noches sin saber hacia dónde ir… vagando en desespero… besando sin besar… emergiendo a la vida detrás de su rutina… esa rutina en donde el tic tac del reloj era relevante… ni loca… ni santa… porque le hacía falta ese motivo que le hiciera palpitar el corazón y llenarle de alegría… porque el amor sentido era su pesadilla y sus horas se volvían tedio y amargor… necesitaba en su piel ese calor… necesitaba un cuerpo en donde deslizar las caricias de sus manos inquietas… unos labios que besar… y un ser a quien entregarle todo ese caudal de sentimientos que eran rechazados en su lecho… solo mujer… olvidada como muñeca en ese frío rincón… y ni la brisa, ni el sonido del mar ni las gaviotas la hacían despertar de ese letargo mudo y sin sombra… y le llamaron loca porque en su afán de sentirse amada dejaba que el sonido de su risa se disipara y se regara con el viento… y mezclaba sus lágrimas con el rubor de su agonía… testaruda y loca… quizás en noches inquietas se ponía la máscara de la sonrisa y salía a la calle a reír y se confundía su risa con el sonido de la gente… y nadie notaba el llanto apagado de su lozanía… su nítida mirada se traslucía y se sentía por momentos viva… porque se dejaban tirones de mentiras blancas en su cuerpo… porque por momentos solo quería disolverse en la alborada y pernoctar en los brazos de aquél que bajo el cielo y las estrellas le pedía fuera suya… y le faltó el valor… y le faltó audacia… y le faltó ser loca y cobijarse entre sus brazos… no era santa… no lo era… porque en las noches mojaba su piel con lágrimas y anhelos… porque besaba en la oscuridad de su alcoba su recuerdo… su fé y su agonía… y no sabe que los años pasan y la piel va perdiendo lozanía y la mente cambia… no sabe que va dejando atrás un poco de felicidad no vivida… se llena el rostro de arrugas y la piel enjuta… los cabellos se visten de rayos de luna y el tiempo va muriendo… no se da cuenta que en sus noches calladas puede hacer realidad la fantasía de su vida… no se da cuenta que necesita ser amada… ¡Ni loca ni santa!... solo una mujer que ríe a gritos su agonía… que se llena de tristeza y por momentos su mirada se llena de melancolía…

viernes, 18 de agosto de 2017

AQUEL AMOR DE AYER


AQUÉL AMOR DE AYER...
A ese amor de ayer… el que a hurtadillas se quedó perdido entre las sábanas blancas… aquél amor que tatuó mi piel de besos prohibidos… a ese amor que fue de instantes fugaces, de desvelos y sonrisas… a ese amor le dedico mis letras, estas letras que están llenas de recuerdos, de vestigios de un ayer loco y prohibido, de noches inquietas y de fantasías que nos llevaron a crear un mundo nuestro… muy nuestro que rebasó distancias y fronteras… no sé qué camino lleva… no sé si aún me recuerda, ni sé si tiene aún presente en sus labios la tersura de aquélla piel que era tersa y suave, joven y entregada… porque son muchos ayeres… porque son muchos los años que han pasado… y que al contacto de una melodía viene a mí su recuerdo… ¡Hay los años de juventud!... aquéllos años en los que poco importaba esperar la medianoche para verte entrar a hurtadillas… con el corazón rebosante de anhelos y sentimientos encontrados…
y hoy escribo esta carta, con la sonrisa en los labios… recordando… añorando… revistiendo mi corazón de juventud, de amor… de risas plenas… y de las sombras de la noche en las que eras el ladrón de mis besos… de mis ansias y de mi conciencia… y brotan las letras sin control, porque cuando se trata de ti es como si le brotaran alas a mi imaginación y vuelo hacia ese mundo que fue tuyo y mío… a ese mundo en donde solo existían y existirán siempre mis letras y tus besos… ¿Recuerdas?... y pasaron mil años y nos perdimos las huellas y se quedaron tatuados en nuestras pieles las caricias y los besos… hoy con los años a cuestas nos dejamos llevar por el sentimiento del ayer… y sonreír… sí sonreír porque fuimos felices en cada encuentro… son mis letras para ti… amor de ayer… no sé si era amor lo sentido… no sé si era anhelo… lo que sí sé es que te quedaste preso en la cárcel de mi ser… dejaste tu esencia en mi piel y se ha adherido tanto que siempre estarás aquí… con tu sonrisa hermosa y la suavidad de tu mirada que se me antoja como un mar en calma… siempre aquí… siempre así… evocándote y sonriendo por esos momentos que jugamos a amarnos…

CARTA A MI PADRE

CARTA A MI PADRE

Y te escribí esta carta, pensando en tu ausencia… pensando en la melancolía que me trae el ayer… de aquéllas tardes hermosas, de aquellas tardes serenas, contigo, mientras los chiquillos en plena algarabía correteaban contentos por toda la casa… tus nietos... y tú con la sonrisa en los labios… con esa manera tan tuya de ser… ¡Tan bueno que fuiste en la vida!… hombre callado y sereno… hombre de hogar que caminó veredas hasta encontrar el amor en tierras lejanas… aposentando tu hogar en donde Dios así quiso… y quise escribirte porque es el día del Padre y aunque no necesito un día especial para ti… hoy quiero decirte cuanto yo te quiero… que mi amor sigue intacto… que ese sentimiento que sentí por ti desde que nací nunca se ha perdido… porque eres mi héroe de mil batallas… porque eres mi héroe del mar… y la admiración que por ti yo siento aunque ya no estas es demasiado grande… sobre todo el amarte mi viejo…
y me duele tu ausencia y me duele el ayer… y cuando pienso en ti quisiera volver a mi infancia y llenarte de abrazos y besos… y escuchar tu voz y sonreírle al viento… y verte partir en la barca hacia un rumbo incierto… y esperar tu llegada cuando el ocaso toque el firmamento sentada en la playa… contemplando al viento… ¡Mi padre!... ¡Mi viejo!... ¡Cuánto yo te quiero!... y cuanto reclamo a la vida el no haber tenido el tiempo preciso para estar contigo… ¡Dios mío! Si uno supiera cuanto viviría… si uno tuviera magia en la mente y poder revivir lo que se ha perdido… Esta carta te la envío al cielo para decirte cuánto yo te quiero y aunque pasen mil años yo te seguiré queriendo, porque eres, mi viejo, mi héroe, mi ser y mi vida… y nunca perderé esa magia viva que tenía tu risa… porque te llevo en mi pensamiento… y me basta tan solo con saber que estás ahí con mi Padre Bueno, cantando en el cielo… y aunque se sufre tu ausencia Dios en su infinita bondad nos permite vernos en el mismito sueño… ahí donde no hay dolor ni lágrimas ni ausencias… ahí donde puedo abrazarte y dejarme arrullar cual si fuera un infante…
Yo sé que estás feliz y sé que me extrañas, porque un padre bueno ama a sus hijos más allá de la vida y el tiempo… y solo le pido al cielo te deje cuidarnos con ese amor que arropó nuestro sueños… Y descansa mi viejo… descansa que aunque te extraño yo sé que algún día estaremos juntos, todos reunidos, pero por ahora, te escribo esta carta y te la envío hasta el mismo cielo con todo el amor que llevo por dentro… ¡Feliz día del padre! Mi viejito bueno.


CARTA...para que sepas que ya te olvidé

Carta... para que sepas que ya te olvidé

Un día descubrí que había perdido a la musa de mis versos... que se había llevado con él la magia que da el subir a una nube y convertirla en poesía... sentí esa necesidad de emprender el camino que me llevara a descubrir en dónde iniciaba el amor y en dónde terminaba el dolor... y me encontré perdida en la orilla de ese mar cubierto de olas que en su incesante ruido bajaba a esa arena oscura... fuerte... mientras a lo lejos se contemplaba el panorama más hermoso que había visto... el horizonte cubierto de esperanzas... de ilusiones... sabía que entre olas inquietas y caracolas bellas encontraría esa paz que solo hallaba en tu voz y en tu sonrisa diáfana que hoy se me antoja lejana y que al recordarla ya no me causa dolor alguno... porque en medio de la nada supe a quien realmente amaba y a quien hoy le dedico mis letras...  mi dolor lejano y mi esperanza del mañana aún incierto... sé que al retornar a mi mar tranquilo me llevaré conmigo mis sueños, mis ilusiones... el amor... la magia de vivir un nuevo amanecer y una nueva esperanza en donde su nombre se fue tatuando en este corazón parchado por el tiempo y el desamor....
Y dejo en el ayer tu nombre, tu voz, tu sonrisa y esa paz que entre tus brazos tuve... dejo en el ayer todo lo que me recuerde a ti, no importa cuánto dolor me causaste... no importa cuánto lloré por ese amor... hoy me importo yo, me importan mis letras... es por eso que te envío esta carta como prueba fehaciente que todo quedó en el olvido y si viene a mi tu recuerdo... sonreiré pensando en los días llenos de amor y sonrisas... en los días de charlas nocturnas... en la magia de la distancia y cómo y de qué manera nos va envolviendo en ese amar que nos trae tántas ilusiones y tántas melancolías por no sentir el aroma de esa piel... por no sentir la calidez de ese beso anhelado y cómo nos duelen esas millas y millas de distancia entre fronteras.... es por eso esta carta... para que sepas que soy feliz, para que sepas que soy mujer fuerte y segura.... y para que sepas que ya te olvidé...

jueves, 13 de abril de 2017

UNA CARTA AL CIELO (4)

No es fácil olvidarte… no lo es… y se niegan mis ojos a cerrarse, porque los recuerdos se agolpan en mi mente… porque son muchas las tristezas… porque son muchos los sentimientos cuando ha llegado la noche… porque aún se me embota el corazón y las horas se vuelven ríspidas y tristes… no es fácil olvidarte, porque están arraigadas en mi mente tu sonrisa aquélla de niño… porque está arraigado en mi corazón cada palabra y cada sentir… porque  aún te extraño… 


Es raro… sí, es raro este sentir, esta opresión en el pecho que me hace encerrarme en mil pensamientos del ayer… fechas inolvidables, días que anteceden y que pasan, con todo este sentir de ausencia que me estruja el corazón y se me hace nudo en la garganta… y así pasen cien años yo te recordaré, yo te amaré y llevaré vivo tu recuerdo… tus risas… tu encanto y todo lo que tú eras en la vida… ahora estás con Nuestro Padre Bueno llenando el cielo con tus risas…  y mira que han pasado los años desde aquél día aciago en que te perdí… mira que los días con sus noches sigues vivo en mi alma… en mi ser… en mi sangre y en mis entrañas que te añoran… y se percibe en el ambiente esa rareza de ver llegar los días de Abril que me traen tristezas… y se percibe en mi alma en sus noches de insomnio ver llegar los días de Abril y aunque mis ojos se quedaron secos por dentro mi alma gime y mi cuerpo se estremece… porque aun te extraño…

 ¡Cuánto duele el adiós!... ¡Y cuánto duele el desprenderse de los recuerdos!...  y aún cuando la resignación te llena el ser, en algún punto del cuerpo el corazón sigue gimiendo… llorando… extrañando… preguntando el porqué de la vida… el porqué de las cosas… y aunque no hay la respuesta que aminore el pesar que dejó el ayer, no dejo de pensar… te llevo en cada poro de mi piel, en la sangre que corre por mis venas… sé que descansas en paz, sé que desde ahí en aquélla estrella tan tuya y tan mía estás cuidando a los que amas… y sé también que llegas en mis sueños y me abrazas porque es el único lugar en donde puedo verte y abrazarte… en donde vuelves a ser mi niño… el Supermán que siempre estará para mí… ahí en donde los sueños te hacen sonreír y llenarte de amor y de ilusiones… aunque sea difícil el despertar…

viernes, 3 de junio de 2016

LA TRISTEZA DE MERCEDES

Era casi la media noche y no podía dormir, ella, ahí sentada en el borde de la cama y con el rosario en mano rezaba pausadamente… con voz susurrante, haciendo períodos de tiempo mientras iba hacia la ventana y apoyaba los codos como buscando en la calle, que se medio iluminaba con las luces y con la claridad de la luna llena que ahí en el firmamento brillaba. Gruesas lágrimas de temor y de espera rodaban por sus mejillas, no hacía mucho tiempo que había escuchado el ulular de las sirenas y su corazón se estremecía a cada instante. El incesante ruido de los grillos opacaban el silencio y el sonido de su corazón acelerado hacía eco en la distancia… la calle vacía y ella en la angustia y deseo de ver su figura a lo lejos y verle llegar… una noche más en esa espera, una noche más llena de rezos y de angustia hasta llegar el amanecer y con los ojos hinchados por el llanto y el corazón contrito por la espera, el nuevo día se plantó delante de ella como diciéndole que era hora de empezar la letanía del trabajo.
Subió a su carreta y se acomodó las faldas y tomando las riendas, con su peculiar sonido indicó a los dos famélicos caballos que iniciaran el recorrido diario que solía transitar camino al pueblo en donde quizás podría vender la mercancía… desde que se quedó sola cada día era un suplicio y un constante pensar, se preguntaba qué iba a ser de ella y el temor de saber que tenía tantos años encima y nadie a quien recurrir, solo el comisario del pueblo que le había dicho que ya habían salido algunos hombres a recorrer el bosque y no habían tenido suerte de encontrarlo, solo faltaba el barranco por buscar pero nadie se atrevía a adentrarse, además se carecían de armas para defenderse en caso de alguna hiena o culebra de las que proliferaban por esos lugares. 

Las noches eran tan largas en su soledad y los días aciagos en los que rezaba por llegar a casa y encontrarle como siempre con la pipa en la boca y en las manos un trozo de madera y una navaja que una y otra vez repasaban el borde buscando tornear la figura deseada… pero no, llegaba a casa y no le encontraba y ya hacía más de un mes que no sabían qué había sido de su vida, solamente desapareció como si la tierra se lo hubiese tragado, dejando el vacío de su ausencia en ese pequeño jacal que había sido su hogar por tantos años…
Alejados del pueblo, cultivando su pequeña hortaliza y el maizal que con tanto amor había sido patrimonio de su vida, sus hijos habían partido a la gran ciudad, olvidándose de ellos, sabían que se habían casado y que hasta nietos tenían, pero nunca… nunca regresaron para que les conocieran, solamente los murmullos de las personas a quienes les vendían sus verduras y el maíz eran los mediadores para saber de ellos. Dos hijos que a base de sacrificios y de ayuda lograron estudiar y salir de ese entorno que hoy les avergonzaba.
Mercedes era una mujer morena, firme en su pensamiento y aunque los años y las arrugas surcaban su frente, con las finas líneas de plata en su larga cabellera era aún hermosa… ese dejo de tristeza en su mirada le daba un aire de belleza enigmática, el sol había hecho estragos en su piel, el trabajo la mantenía ocupada mientras con ahínco hundía la hoz y escarbaba la hierba alrededor de su hortaliza, sola, sin él que no sabía dónde estaba y mientras trabajaba no podía evitar las lágrimas, levantando la mirada y pidiéndole a Dios que le ayudara, pero las súplicas parecían no ser escuchadas.
Néstor era un hombre bueno, trabajador y noble, que amaba entrañablemente a Mercedes, se casó con ella y compro ese terreno que junto a ella fue trabajando la tierra y con ello y a base de sacrificios logró que sus hijos se fueran a la ciudad y estudiaran una carrera, pero no imaginó la ingratitud de ellos de nunca más volver al hogar, escuchar cada noche el gemir del llanto de su mujer en ese dolor callado de extrañar al ausente le dolía, le dolía no ver a sus hijos, le dolía saber que se habían casado y tenían hijos, pero más le dolía saber que se avergonzaban de su condición humilde y les mandaron al olvido.
Un día Néstor, cansado de tanta ausencia aprovechó que Mercedes estaba en el pueblo vendiendo la cosecha tomó su morral metió un pantalón y una camisa, unos centavos que le habían quedado para comprar las semillas de la hortaliza y se fue caminando rumbo a la carretera en donde pasaban los camiones que iban a la ciudad, así nada más, sin pensar, sin avisar y sin imaginar el dolor que podría causarle a su Mercedes…

Le costó trabajo encontrar la dirección de sus hijos, sabía más o menos como llegar pues sus conocidos del pueblo que viajaban seguido los habían visto y seguido, sabiendo la tristeza de sus padres y conociendo la historia de la familia.
Ese ha sido el tiempo en que Mercedes ha sufrido y llorado incansablemente noche tras noche sin saber de su Néstor, sin saber de sus hijos y ha dormido a ratos y ha luchado trabajando la huerta sola, por ratos quizás haciéndose a la idea de que esa será su vida… el resto de su vida.
Sentada en la vieja mecedora y con la mirada perdida en el cielo, Mercedes, con el rosario en la mano solo así, sin rezar, sin pedir, mientras silenciosas lágrimas resbalan por su morena mejilla mira al cielo… mirando sin ver, los ladridos de los perros la hicieron despertar de su letargo y agudizando la mirada vio un grupo de personas que le hacían la mano, tres se desprendiéndose del grupo y corrieron hacia ella… petrificada y apretando el rosario entre las manos no pudo articular palabra, ni correr… -¡mamá!... ¡mamita!- escuchó dentro del sopor en el que se encontraba, como si la voz viniera de muy lejos… y ahí a su lado cayendo de rodillas… sus amados hijos seguido de Néstor que con lágrimas en los ojos le miraba lleno de amor - ¡Hijos míos!- logró balbucir y dejándose caer se abrazó a los dos hijos pródigos que tanto añoraba y amaba y Néstor a su lado mesándole el cabello le dijo que le perdonara el abandono, que no podía más verla sufrir por sus hijos y decidió buscarles e ir por ellos para verla feliz.
Los ojitos de Mercedes hoy brillan más que nunca, ha conocido a sus nietos que cada mes y en las vacaciones se quedan con ella cultivando la hortaliza y llevándolos al pueblo en la vieja carreta llena de orgullo… a un lado del jacalito hay una casita pintoresca y hermosa… llena de amor, que sus hijos le han construido y donde ahora Mercedes y Néstor viven felices, tranquilos, dejando atrás los sufrimientos pasados y cada vez que ella llega del pueblo en su vieja carreta, encuentra a su amor, con la pipa en la boca y tallando su figura en un trozo de madera y ella… enamorada se llena el pecho de aire y lo deja salir en suaves suspiros de amor.

*Existen personas que entregan todo de su vida por amor, por fé, por el simple deseo de ver felices y realizados a los que aman y la injusticia de éstos que se olvidan de ese sacrificio, que cuando se ven realizados ponen un muro entre el pasado y el presente y viven su vida sin importarles lo que han dejado atrás… seamos agradecidos con lo que recibimos, devolvamos amor con amor… sonrisa con sonrisa y démosle gracias a Dios por lo que nos han dado
(derechos reservados del autor)
Autor: Edith Cervera Ramírez
01/06/2016



jueves, 20 de agosto de 2015

UNA PROSA DE AMOR (guitarra y mujer) 10/08/2008


Esta noche, en que la melancolía llegó a mi vida, tomé mi guitarra y entre notas tristes, te compuse una canción, no es por ti la tristeza, ni por el amor que siento, es tan sólo que hay momentos en que llegan a mi mente instantes en que me siento sumida en la soledad, el no tenerte aquí a mi lado, pero me pongo a escribir notas que salen de mi alma, porque sé que pierdo la calma y me sumo en el sopor ése, que embarga el dolor y me llena de agonía, que  ahoga el alma mía. 
A la distancia que nos separa le escribí un triste verso, quizás para olvidar que tu amor está distante, que no siento la calidez de tus manos en las mías y que aquéllas fantasías se quedan en mi interior tapizando de ternura mi piel, mis ansias y amor. 
Dejo aquí esta constancia que aunque hoy me sienta tan triste, por el momento vivido, yo sé que nunca te olvido ni te saco de mi corazón, que hoy se envuelve en la ternura, en la magia e ilusión de llevarte dentro de mí y que seas mi dulce inspiración. 
Deja que esta noche, aunque yo me encuentre lejos, de ésa, tu piel por mí amada, deposite un beso a la luna y le diga susurrante que eres tú mi amor distante por quien canto esta canción, en ella va impresa toda el alma mía, mi amor, mi corazón y toda la inspiración que tu amor en mí provoca, porque sabes amor mío, que es tu ser todo mío, pues he hecho míos tus versos, tu ser y corazón y por último, vida mía, quiero que sepas que aún cuando no estés a mi lado en cuerpo presente, está tu alma, tu ser y corazón, pues ellos los llevo conmigo, como único testigo de este dulce cariño que nació dentro de mí, en ese bello instante en que a tí te conocí. 
Sal a tu ventana, mira la luna lejana, ella te dirá dulcemente, que te envío mi vida entera, mis besos y escucha atento porque te susurrará lento el mensaje que te envío, coquetas las estrellas titilarán a lo lejos, cubierto el manto tisú de los luceros más bellos serán el marco perfecto para declarar mi amor.

La distancia se hace menos amor, cuando piensas en el ser que te hace estremecer y te llena de ternura. No temas nunca que de ti me alejaré, porque estamos atrapados en este mundo de amor, de ilusión y de esperanza de un día poder acercar esta terrible distancia que hoy nos quiere separar. 
Por último quiero dejarte, mil besos suaves y dulces, de esos que a tí te aturden que te llenan los sentidos y como siempre te digo, mi niño dulce y fragante que mi amor será constante, te lo dejo en estas letras que te abrazan con ternura, porque pierdo la cordura cuando se trata de ti.


Ya me despido cariño, sé que estarás ya dormido, pero tan sólo... tan sólo esta noche te pido que en tus sueños... siempre me lleves contigo.