Y secó con su aliento las
lágrimas que suavemente se deslizaban en sus mejillas… eran cual suave
manantial…como fluye el río en la montaña… como crisálida con las alas abiertas
al viento… como nube de terciopelo que da forma y se deshace con la brisa del
mar… y lloró hasta agotar las lágrimas… y sus gemidos de dolor se incrustaron
en las estrellas… no estaba sola… pero sí su corazón roto… pero sí su alma que
añoraba… y se fue quedando dormida, en esa lasitud que lastima… que enreda… que
atrapa en los recuerdos… ¡El quería verla sonreír!... Y se adhería a su
tristeza… y tomaba un poca de la brisa del mar y le refrescaba su piel…
susurraba un te amo en las caracolas y le incitaba a escuchar… ¡Pero nada le
hacía sonreír!... sola, con el rostro sumergido en la melancolía vio pasar los días envuelta en la añoranza y con la
certeza de nunca más volver a amar… y él… a su lado, esperaba un día perderse
en esa suave luz de sus ojitos bellos… cansados de tanto llorar… a la espera de un día verla llena de felicidad... Y se sumaron
los días y los recuerdos fueron menos… y pasaron los meses y de nuevo el brillo
de sus ojos opacó la luz de las estrellas... se envolvió en un suave suspiro y retomó fuerzas y entereza de aquél que a su lado permanece
quieto en espera del olvido… y tomó sus manos y se volvió sonrisa cantarina… y
salió el sol en su mirar… y se puso un parche en el corazón… él… a su lado
sonríe… y de la mano inician un nuevo caminar…
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